

Justo hace una semana aproximadamente, me invitaron a dar una charla acerca de emprendimiento en una de las preparatorias de la UANL.
Y el punto era compartirle a los estudiantes mi experiencia como emprendedora, no me vino un título más ad hoc para mi conferencia que ese: “SIN PASIÓN NO HAY EMPRENDIMIENTO”.
Sobre todo porque siento que uno de los pilares para seguir aquí con La Tremenda es eso. La pasión de hacer una de las cosas que más disfruto.
Encuentra algo que te apasione
Exactamente, eso que harías incluso aunque nadie te pagara por ello. No se trata de romantizar el emprendimiento, pero un factor clave sin duda es emprender desde algo que te gusta, te mueve y te impulsa. No sólo se trata del dinero, el dinero es la consecuencia, pero como emprendedor por qué no buscar dentro de los talentos y hobbies que te fascinan y poderlos monetizar. Es el claro ejemplo de muchos creadores de contenido, de travel bloggers que han apostado por poner toda la carne en el asador en una de sus pasiones y míralo ahí, viajando a todo el mundo haciendo de lo que más aman su trabajo.
La motivación es importante, pero la disciplina lo es aún más.
Si bien la pasión me parece un ingrediente vital, la disciplina está casi a la par.
Cuando comparto mi experiencia dentro de estos casi 7 años sin duda alguna la motivación es esencial, pero la disciplina es lo que te hace mejorar, crecer y permanecer…
No siempre emocionalmente te sientes listo, capaz o con “ganas”, sin embargo es la disciplina y la responsabilidad lo que te hacen seguir, los que te hacen perseverar…
No por nada esa frase de que tarde o temprano la disciplina supera la inteligencia es real…
Acá la parafraseo un poco, a veces no se trata solo del talento y la “enjundia” que le pongas a las cosas o a los proyectos sino la astucia, la perserverancia y el estar dándole sin quitar el dedo del renglón lo que hace que tu negocio, marca o emprendimiento crezca y llegue al lugar al que tanto ansías llegar.
¡Por amor de Dios, créetela!
¡Uff! no tienen idea de cuánto tiempo me ha llevado realmente creerme capaz de lograr todo lo que sueño, anhelo y visualizo. Todos en menor o mayor medida sufrimos con el síndrome del impostor, que nos hace dudar de nuestras capacidades. Solemos ser nosotros mismos los peores jueces, juzgándonos y limitándonos. Pensando que no somos lo suficientemente buenos o buenas en algo, o que lo que hacemos es cualquier cosa. Y fíjate que el tener el valor de creer que lo que somos y hacemos, sobre todo en lo que somos capaces de aportar a los demás es vital…
Al final del día, no importa lo mucho que otros aplaudan tu trabajo, que te elogien si tú mismo no te la crees…
Nada de lo que hacemos y somos es poco, y aunque fuese poco es valioso porque lo que tenemos para compartir nadie más será capaz de aportarlo al mundo con ese toque particular y único.
SER NOSOTROS MISMOS ES NUESTRO SUPERPODER…
No todo es miel sobre hojuelas
Así es, como todo en la vida el emprendimiento tiene sus cosas buenas así como sus retos y desafíos. Si bien, antes de emprender vivía en un “aparente zona de confort”en donde sabía que mi trabajo «godín» estaría para pagarme un pequeño sueldo pero fijo. Sin embargo como dicen, la zona de confort está cómoda pero nada bueno crece ahí…
Ser emprendedora te sitúa en una zona de continuo riesgo, de aventura y adrenalina. Esto no debe ser para siempre, sino cuando uno inicia, naturalmente al empezar de cero nos toca construir poco a poco nuestro negocio, poner las bases y saber que todo puede marchar viento en popa y que igual hay muchas cosas que no controlamos y que escapan de nuestras manos. Nos exige a permanecer alertas, en constante mejoría y superación. No es una competencia contra los demás sino contra ti mismo.
Vale la pena
Así lo digo porque tengo en claro desde el día cero lo que quiero y lo que busco.
Y aunque siempre siento que hay mucho más por hacer, reconozco que el camino que he andado no es en vano, y me ha sumado no solo a mi “yo profesional”, sino a muchas más áreas de mi vida, como la parte emocional, social incluso espiritual.
Vale la pena porque cada sueño y objetivo en mi mente y corazón lo valen y apuesto todo por ellos.
Así que si tú haz leído hasta aquí, y estás dándole vueltas en tu cabeza al hecho de arrancar un proyecto,
echar andar una idea de negocio o desarrollar tu marca personal, yo de viva voz te digo
que este camino te dará muchas más satisfacciones que penas.
Porque al final del día es algo tuyo, ahí el mérito y que decir si gracias a ese emprendimiento logras ayudar, sumar o hacer crecer otros sueños, de otras personas que al igual que tú están decidiendo salir de su zona de confort.
Con cariño Mely.
Déjame un comentario aquí.
Acerca de mí

Soy Mely Berrones, diseñadora y emprendedora digital.
Buscando en todo combinar mi pasión y mi fe en el trabajo que desempeño.
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